Aditivos alimentarios: mitos y verdades

¿Alguna vez te has preguntado qué tan seguros son los aditivos alimentarios que consumes a diario? En los últimos años, han surgido muchos mitos y desinformaciones sobre estos componentes, lo que suele generar miedo o desconfianza en las personas. A menudo se escuchan comentarios como “los aditivos son veneno” o “si un alimento tiene aditivos, no puede ser saludable”, pero ¿qué tan ciertos son estos rumores? ¿Realmente deberíamos preocuparnos por ellos o simplemente informarnos mejor?

En este artículo, desmentimos los mitos más comunes y te contamos las verdades detrás de los aditivos alimentarios, para que puedas tomar decisiones más informadas y conscientes sobre lo que elegís consumir. Comprender qué son, para qué sirven y qué dice la ciencia al respecto puede ayudarte a ver estos componentes desde una perspectiva más realista y menos alarmista.


¿Qué son los aditivos alimentarios?

Los aditivos alimentarios son sustancias que se añaden intencionalmente a los alimentos con diversos propósitos, como conservarlos por más tiempo, mejorar su sabor, color, aroma o textura, o facilitar su procesamiento y almacenamiento. Estas sustancias no son un invento moderno: desde hace siglos se han utilizado ingredientes como la sal, el vinagre y el azúcar para preservar los alimentos. Sin embargo, la industria alimentaria actual utiliza una gama mucho más amplia de aditivos que están regulados y controlados para asegurar su inocuidad.

Están autorizados por entidades reguladoras como la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) en Estados Unidos, la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) en Europa y el Codex Alimentarius a nivel internacional. Estas organizaciones se encargan de evaluar científicamente cada sustancia antes de permitir su uso en productos comerciales.

Existen diferentes tipos de aditivos, cada uno con una función específica:

  • conservantes: evitan el crecimiento de bacterias, hongos y otros microorganismos que deterioran el alimento
  • colorantes: mejoran o restauran el aspecto visual de los alimentos
  • saborizantes: intensifican o imitan sabores naturales
  • emulsionantes: permiten mezclar ingredientes que normalmente no se mezclan, como agua y aceite
  • estabilizantes: mantienen la consistencia y textura del producto final
  • antioxidantes: previenen la oxidación, lo que ayuda a conservar los nutrientes
  • edulcorantes: proporcionan sabor dulce sin necesidad de usar azúcar común


Mitos comunes sobre los aditivos alimentarios

  1. “todos los aditivos son químicos artificiales” Este es uno de los mitos más extendidos. Muchas personas creen que los aditivos siempre provienen de laboratorios, pero la realidad es que muchos tienen origen natural. Por ejemplo, la lecitina, un emulsionante común, se extrae de la soja o el girasol. La vitamina C (ácido ascórbico), utilizada como conservante, puede derivarse de frutas cítricas. Incluso algunos colorantes naturales, como el carmín, se obtienen de insectos. La palabra “químico” no debe ser sinónimo de “dañino”, ya que todo lo que consumimos, desde el agua hasta las vitaminas, tiene una composición química.
  2. “los aditivos causan enfermedades graves” Existe la creencia de que los aditivos están relacionados con enfermedades como el cáncer, trastornos neurológicos o alergias graves. No obstante, antes de ser autorizados, los aditivos pasan por rigurosos estudios toxicológicos y de seguridad alimentaria que determinan su inocuidad en los niveles permitidos. Algunos casos de reacciones adversas, como las provocadas por sulfitos o ciertos colorantes en personas sensibles, son poco frecuentes y bien documentados, lo que permite que las etiquetas adviertan sobre ellos.
  3. “si un alimento tiene aditivos, no es saludable” La presencia de aditivos no define si un alimento es saludable o no. Un producto puede contener conservantes o colorantes y seguir siendo nutritivo, siempre y cuando sus ingredientes principales aporten valor nutricional. Además, algunos alimentos naturales también pueden incluir aditivos para mantener su frescura. Lo importante es considerar el contexto: la frecuencia con la que consumís ese producto, su composición nutricional general y cómo se integra en tu dieta diaria.
  4. “los niños no deben consumir alimentos con aditivos” Otro mito común es que los niños deben evitar por completo los alimentos con aditivos. Aunque es cierto que algunos pueden generar reacciones en ciertos menores (como colorantes artificiales relacionados con hiperactividad), la gran mayoría de los aditivos usados en alimentos infantiles están estrictamente regulados y evaluados. Consultar con un pediatra ante cualquier duda específica es siempre la mejor opción.

Verdades que debes saber sobre los aditivos alimentarios

  • están regulados por organismos internacionales: todos los aditivos permitidos han pasado por estrictas evaluaciones realizadas por organismos como la EFSA, la FDA y el JECFA (Comité de Expertos en Aditivos Alimentarios de la OMS).
  • tienen una “ingesta diaria admisible” (IDA): esta es la cantidad que una persona puede consumir diariamente durante toda su vida sin riesgos para la salud. Se calcula con un margen de seguridad muy amplio.
  • su presencia en las etiquetas está normada: los fabricantes están obligados a indicar en la lista de ingredientes los aditivos que contiene el producto, utilizando su nombre o número (como E-300 para vitamina C o E-160a para betacaroteno).
  • pueden ser beneficiosos: no todos los aditivos son simplemente “necesarios”, algunos son positivos. Por ejemplo, los antioxidantes como la vitamina E protegen los alimentos del daño causado por la luz y el oxígeno, ayudando a conservar mejor sus propiedades nutricionales.

También te puede interesar: Las esencias más populares para productos de heladería


Consejos para interpretar etiquetas y elegir mejor

  1. lee los ingredientes: no te asustes si ves varios aditivos. No todos son dañinos. Buscá opciones con ingredientes que reconozcas y que estén alineados con tus preferencias alimentarias.
  2. conocé los códigos: familiarizarte con los aditivos más comunes puede ayudarte a tomar mejores decisiones. Existen listas públicas que explican el uso de cada código.
  3. informate, no te dejes llevar por el miedo: muchos mitos provienen de información errónea o descontextualizada. Buscá fuentes confiables y basadas en evidencia científica.
  4. equilibrá tu dieta: consumir alimentos con aditivos de forma ocasional y dentro de una dieta variada y equilibrada no representa ningún riesgo significativo.

Conclusión

los aditivos alimentarios son parte fundamental del sistema moderno de producción de alimentos. lejos de ser una amenaza para la salud, su uso regulado permite que los alimentos lleguen a nuestras mesas en condiciones seguras, con buena apariencia y sabor. comprender cómo funcionan y qué función cumplen ayuda a desmitificar ideas erróneas que solo generan confusión.

la próxima vez que leas una etiqueta con nombres o códigos desconocidos, recordá que detrás de cada aditivo aprobado hay años de estudios, normativas y controles estrictos. la información es tu mejor herramienta para decidir qué consumir. mantené una alimentación variada, prestá atención a los ingredientes y explorá nuevas opciones.

explorá nuestros productos y descubrí opciones con y sin aditivos pensadas para vos.